De nuestro amor no quedo nada.
Floreció como primavera
extendiéndose por los veranos,
para irse marchitando con el otoño.
Termino inerte, congelado, y moribundo
en el invierno de sus desgracias.
Lo que fluyo como ríos,
hoy son solo desiertos áridos y soledades.
Valles erosionados y frágiles,
sueños marchitos, sin vida.
Arturo Castillo.
jsf
Suscribirse a:
Entradas (Atom)